lunes, 21 de septiembre de 2015

Semillas de uso propio y semillas ilegales

Del Boletín oficial




MINISTERIO DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA
INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS

Resolución 187/2015

Bs. As., 17/6/2015

VISTO el Expediente N° S05:0035416/2015 del Registro del MINISTERIO DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA, y

CONSIDERANDO:
Que resulta conveniente actualizar el Registro de Usuarios de Semilla de Soja y Trigo, creado mediante la Resolución N° 80 de fecha 19 de abril de 2007 del INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS (INASE), organismo descentralizado en el ámbito del MINISTERIO DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA, a fin de contar con mayor información confiable acerca de la semilla de uso propio que permita asegurar el equilibrio entre los derechos de las partes involucradas, a la vez de facilitar el control y fiscalización de la actividad por parte de la Autoridad de Aplicación de la Ley N° 20.247.
Que el Artículo 3° de dicha resolución prevé la posibilidad de modificar el mencionado Registro.
Que el Artículo 15 de la Ley N° 20.247 faculta a condicionar a requisitos y normas especiales la producción, multiplicación y difusión de una semilla por razones agronómicas o de interés general.
Que las modificaciones propuestas tienen como objetivo mejorar la capacidad de control a fin de poder diferenciar la semilla de uso propio conforme a lo establecido en el Artículo 27 de la Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas N° 20.247 de la semilla proveniente del mercado ilegal con el objetivo de poder tomar las medidas necesarias para combatir esta última.
Que las medidas propuestas no representan un incremento significativo en la información solicitada al productor y que el INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS establecerá los mecanismos para facilitar el suministro de dicha información.
Que la Dirección de Asuntos Jurídicos del INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS ha tomado la intervención que le compete.
Que la COMISIÓN NACIONAL DE SEMILLAS en su reunión de fecha 9 de junio de 2015, según Acta N° 425 ha emitido su opinión al respecto.
Que el suscripto es competente para el dictado de la presente medida en virtud de las facultades otorgadas por el Artículo 15 y concordantes de la Ley N° 20.247.

Por ello,
EL PRESIDENTE DEL DIRECTORIO DEL INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS
RESUELVE:

ARTÍCULO 1° — A partir de la Campaña 2015/2016, los usuarios de semilla de soja contemplados en el Registro de Usuarios de Semilla de Soja y Trigo creado por Resolución N° 80 de fecha 19 de abril de 2007 del INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS, organismo descentralizado del MINISTERIO DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA, deberán presentar la Declaración Jurada con información y documentación sobre el origen de la semilla utilizada y reservada, cuando el monto de la facturación anual sea superior a TRES (3) veces el monto correspondiente a la categoría más alta de monotributista, independientemente de si se encuentran inscriptos o no en el régimen de monotributo.

ARTÍCULO 2° — Se exceptúa de la obligación de registrarse en los términos de la citada Resolución N° 80/2007 a los usuarios de semilla inscriptos en el Registro Nacional de la Agricultura Familiar (RENAF), creado por la Resolución N° 255 de fecha 23 de octubre de 2007, de la ex-SECRETARÍA DE AGRICULTURA, GANADERÍA, PESCA Y ALIMENTOS del entonces MINISTERIO DE ECONOMÍA Y PRODUCCIÓN.

ARTÍCULO 3° — El INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS reglamentará la incorporación de usuarios de los nuevos cultivos.

ARTÍCULO 4° — Los usuarios alcanzados por el Artículo 1° de la presente resolución deberán presentar la Declaración Jurada a que se refiere el Artículo 4° de la citada Resolución N° 80/2007, antes del 31 de enero de cada campaña, la que contendrá información sobre ubicación del predio, superficie sembrada, kilogramos de semilla utilizada, sus variedades y la documentación que avale su origen.
Antes del 30 de junio siguiente deberán completar la Declaración Jurada con información de la cantidad de semilla reservada para uso propio (Artículo 27 Ley 20.247), sus variedades y el lugar donde la misma se encuentra almacenada. Cumplidos los requisitos anteriores el INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS entregará al productor el CERTIFICADO DE SEMILLA DE SOJA DE USO PROPIO. El productor agropecuario procederá a rotular los envases de la semilla de soja de uso propio para lo cual podrá usar copia del certificado emitido por el INSTITUTO NACIONAL DE SEMILLAS.

ARTÍCULO 5° — Modifícase el Artículo 7° de la citada Resolución N° 80/2007 el que quedará redactado de la siguiente forma: “Los datos contenidos en el Registro de Usuarios de Semilla de Soja y Trigo creado por la presente serán de carácter y uso reservado del mencionado Instituto y del MINISTERIO DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA. La información obtenida a través de este Registro podrá ser complementada con otros registros existentes o a crearse a efectos de facilitar el control y la fiscalización de la comercialización y uso de semilla”.

ARTÍCULO 6° — Se mantienen en vigencia las disposiciones de la mencionada Resolución N° 80/2007 no modificadas por la presente.

ARTÍCULO 7° — Regístrese, comuníquese, publíquese, dese a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese. — Ing. Agr. RAIMUNDO LAVIGNOLLE, Presidente del Directorio, Instituto Nacional de Semillas.





Congreso FAA

Se viene el 103º Congreso de la Federación Agraria


El 24 y 25 de septiembre, se realizará en Rosario, en el Salón Metropolitano (Junín 501) con la presencia de delegaods de todo el país. El lema de este año es "Identidad, lucha y propuestas, por políticas públicas diferenciadas".

103º CONGRESO ORDINARIO ANUAL
PROGRAMA   
Jueves 24 de septiembre de 2015
 8hs: Acreditaciones en las Instalaciones del  Salón Metropolitano. Cierre hasta las 12 horas.-

10hs:    Acto inaugural Discursos del Pte. Omar Príncipe y de Autoridades.
            Discurso de Apertura.
             Designación de la Comisión de Poderes.
14hs: Constitución del Congreso
            Memoria y Balance Ejercicio 2014-2015.
            Consideración de la labor realizada.
            Determinación del número de componentes del Consejo Directivo Central para
            el próximo período.
             Elección de Miembros de la Junta Electoral 2016.
Designación de las Comisiones de Estudio.
             Acto Eleccionario (1ra parte):
1)   Elección de la Comisión Escrutadora de Votos.
2)   Votación.
19hs: Trabajo de las Comisiones:
LA ORGANIZACIÓN FEDERADA:
1. Autonomía económica. Financiamiento.
2. Fortalecimiento Institucional. El rol de las entidades federadas. Política de alianzas. Formación y capacitación de dirigentes
POLÍTICA AGROPECUARIA;
1. Uso y Tenencia de la Tierra:
2. Producción Sustentable, Medio Ambiente y Agua
3. Política Tributaria municipal, provincial y nacional.-  Financiamiento y Endeudamiento. Rol del Estado
4. Semillas y Soberanía Biotecnológica
5. Comercialización de la Producción y Rol del Estado
6. Economía Social, Asociativismo y Cooperativismo.
7. Agricultura Familiar
8. Economias Regionales
9. Producción de ganados y carnes
10. Lechería
11. Recursos Forestales.

Viernes 25 de septiembre de 2015
9hs: Reanudación del Congreso
            Continuación del Orden del Día.
            Acto Eleccionario (2da parte).
13hs:    Intermedio – Almuerzo
14hs:    Continuación de las deliberaciones hasta agotar el Orden del Día
18hs:    Acto de Clausura



lunes, 7 de septiembre de 2015

Cruce entre Grobocopatel y los periodistas de ANFIBIA

La polémica por la nota a Grobo en ANFIBIA


http://www.revistaanfibia.com/cronica/el-millonario-y-los-anfibios/



La cronista Graciela Mochkofsky y el sociólogo Alexandre Roig entrevistaron al empresario sojero argentino Gustavo Grobocopatel. El objetivo: mostrar cómo piensa, cómo se construye a sí mismo un personaje clave del poder económico del país. Grobo se enojó con el enfoque del perfil y con el título. Escribió una carta, uno de los autores respondió, y Anfibia publica ese cruce.


Por: Redacción Anfibia

A Gustavo Grobocopatel no le gusta que le digan el rey de la soja. Aunque no es el mayor productor de soja ni el creador del boom sojero en la Argentina lidera uno de los mayores grupos agropecuarios de la región. Su empresa, Los Grobo, factura mil millones de dólares por año; él dice que las ganancias son iguales a cero.
Grobocopatel es un personaje distinto en el mundo empresarial agropecuario argentino. A diferencia de otros líderes –gremiales y empresariales- del sector rural, no se muestra agresivo con un gobierno que, entiende, lo ha perjudicado o al menos no lo ha ayudado a crecer como él hubiese querido. Y también a diferencia de otros colegas del sector más arcaico de la economía argentina y latinoamericana, Grobocopatel ha construido una imagen de sí mismo, conceptualizando acerca de lo que es y lo que hace.
Graciela Mochkofksy -periodista y autora, entre otros libros de no ficción, de Timerman-, y Alexandre Roig -doctor en sociología económica en la EHESS (Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales) de París-, se sentaron con Grobocopatel. Lo escucharon, le preguntaron, viajaron a Carlos Casares a conocer el pago chico del empresario; pensaron y repensaron, volvieron a escucharlo y a preguntarle. Y escribieron. El resultado es el perfil que Anfibia publicó el 24 de mayo. Molesto, enojado quizás, Grobocopatel le escribió un extenso mail a Graciela Mochkovsky y autorizó la publicación de ese correo en Anfibia. A continuación, la carta de Grobo y la respuesta de Alexandre Roig.

La carta de Grobocopatel

“Estimada Graciela:
No puedo dejar pasar la oportunidad para reflexionar sobre la nota que publicaron en Anfibia sobre la entrevista que me hiciste. Para mí el debate es sustancial en la construcción colectiva y dejo a tu criterio si compartirla o no con alguien más.
Lo hago impulsado especialmente por la decepción que la misma me causo. Te confieso que fui seducido con la idea de la revista, sobre una nota realizada en conjunto entre una periodista y un académico, con lo cual me dispuse, con mayor amplitud, a recibirlos donde ustedes me solicitaron. “El mayor rigor periodístico e investigativo, desde los nuevos relatos de la contemporaneidad”, dice Anfibia en su presentación.
Te la dirijo a vos porque en la nota no veo el aporte académico y sí muchas notas de color.
Cuando me refiero a mi expectativa por lo académico me refiero a que no veo referencias, reflexiones, inquietudes sobre la necesidad (o no) de tener compañías multinacionales en Argentina, de tener modelo de negocios articulados en redes y sus ventajas (o no),  la importancia de las proteínas en el siglo XXI y sus impactos sobre Argentina, la calidad de las organizaciones como base de la competitividad, la importancia de integrar el mundo académico con el de la empresa, el tema de sucesión en las empresas familiares, la importancia del estado de calidad, etc., todos temas abordados en mi conversación. Por otra parte tengo la mínima expectativa de que se discrimine entre lo que es facturación y lo que es ganancia en una empresa, que a  propósito es cero o menos desde hace 4 años.
Las notas de color, desde mi punto de vista, son fruto de una persona con un particular punto de vista, alejada del rigor periodístico que se menciona antes. Por ejemplo llamar desierto amarillo a un campo de soja a punto de cosechar, o decir que “monté un espectáculo”  cuando fueron ustedes los que me pidieron recorrer la colonia o el campo, sacándome un día de descanso con mi familia, en fin …
El título merece  un capítulo aparte. Consulte a amigos periodistas sobre el mismo y coincidieron, y más allá de cuánto sea rico o me crea Steve Jobs (o no), que es peyorativo y discriminatorio decirle a alguien “rico” y que se cree algo. Uno de ellos me dijo: Podrías  titular tu carta “Una Pobre que se cree periodista”.
Durante los últimos años he dado entrevistas o todo el mundo, sin especular sobre si me serían útiles, favorables o no, nunca hice comentarios sobre las mismas, en este caso una expectativa decepcionada pudo más.
Saludos.
Gustavo.”

La respuesta de Alexandre Roig

No vamos a volver sobre las dificultades o la imposibilidad de reconocerse a sí mismo en las palabras de otros. No nos atreveríamos a discutir si se hace justicia o se traiciona a quien fue retratado. Podríamos, inclusive, contestar que para nosotros “montar un espectáculo” no es peyorativo, ya que todos tenemos formas de presentarnos al mundo. Esta crónica habla claramente de la relación con “un otro” que nos sorprende. Partimos de nuestro prejuicio decepcionado para mostrar una vez más la improductividad de los maniqueísmos y tratar de relatar a un hombre y sus horizontes. Algunos dirán que esta no es la cuestión, que tal como lo narramos nos hemos extraviado. Varios reprocharán que no hayamos denunciado los estragos ecológicos, económicos y sociales del modelo de Los Grobo. Otros dirán que no hemos alabado las virtudes de las transnacionales modernizadoras y de las relaciones entre empresas y mundo académico para la innovación tecnológica y productiva.
La interpelación de Gustavo Grobocopatel nos invita efectivamente a reflexionar. ¿De qué debe hablar una crónica que surge de una periodista, un académico y un fotógrafo? O todavía más: ¿sobre qué debería debatir la sociedad?  No todos los textos tienen que concentrar todas las batallas, todas las disyuntivas que se ofrecen a la historia. De hecho, si queda algún privilegio para los autores es el poder elegir qué pelea quieren dar. La nuestra es simple, pero no menos importante. ¿Cómo se presenta un hombre multimillonario que ambiciona dejar una obra pero que no le gusta ser llamado “el Rey de la soja”?
Esto también es una discusión académica. No lo son solamente las perspectivas “útiles” sobre el “deber ser” del desarrollo. Una sinagoga, un cementerio, una casa de familia, un auto por caminos de tierra, una clase de canto, un campo de soja, una situación imaginaria en Kenia son lo distintos escenarios dónde “él” se nos presentó -es cierto, a nuestro pedido y un día de descanso familiar-. No son datos de color, son los espacios desde dónde hacer pensar su obra, su empresa, su potencia; dónde inscribe su destino. No son el contexto de datos duros sobre la productividad sojera, son fragmentos de la existencia de quien construye una multinacional desde la Argentina.
Los autores y el fotógrafo quieren mostrar esta complejidad sin obsecuencia. Buscamos matizar al empresario para hacerlo sin duda más paradojal, pero más real y singular. A esto también se dedican la academia, el periodismo y la fotografía.

Alexandre Roig












Grobo en ANFIBIA

la entrevista a grobo de "Anfibia" (texto de Alexandre Roig y Graciela Mochkofsky)

http://www.revistaanfibia.com/cronica/el-rico-que-se-cree-steve-jobs/


Gustavo Grobocopatel se presenta como el gran modernizador del campo argentino, un self made man que agradece crecer a pesar de que en su país no lo dejaron llegar hasta la multinacional. Retrato de un empresario astuto a quien su modelo sojero le deja mil millones dólares por año. Un rico tan austero que prefiere el pollo hervido a un buen asado.

Avanzamos por un camino de tierra en el que se pudría el cadáver de una gran mulita. Alguien dijo que era no era posible que ellos recorrieran ese camino cada vez que venían al campo; este era el camino para nosotros.
Ellos debían viajar en helicóptero –es lo que haríamos si fuéramos ellos.
Alguien más especuló con el extraordinario asado que nos esperaba.
Pero doblamos a la derecha en una encrucijada y nos perdimos. Había campo, campo y más campo hasta donde llegaba la vista. Era un desierto amarillento. Y en el costado, una laguna con garzas; debía ser un espejismo.
Al fin, el fotógrafo sugirió regresar y seguir, hacia la izquierda, el cableado eléctrico. Desembocamos en un jardín perfectamente llano y verde. Los árboles se agrupaban detrás de la casa, rústica, amplia, con una galería llena de sofás. Bajo los árboles descansaban una 4×4 Mercedes Benz y un par de autos estacionados. No se veía el helipuerto.
Salió a recibirnos un adolescente muy alto, de ojos inteligentes, amables; unos niños corrieron detrás y dos chicas adolescentes con actitud adolescente se recostaron en un mullido sofá de cuerina blanca en medio del jardín. Gustavo Grobocopatel y su esposa Paula nos dieron la bienvenida. Ella en hawaianas blancas, pantalón negro y un suéter blanco de hilo muy simple; él en jeans y una camisa a cuadros. Estábamos mejor vestidos nosotros.
Debíamos atravesar la casa para llegar al almuerzo. Los seguimos por habitaciones amplias, cómodas y sin lujos, con las paredes cubiertas de fotografías de parientes. En el quincho comían una suegra, su novio y unos primos. Los demás ya habían terminado.
No olía a asado.
Dos empleadas, con la ayuda de Paula, nos sirvieron pollo hervido, pescado hervido, zanahorias hervidas y calabaza hervida.
Chequeamos: los demás comían lo mismo.
De postre, frutas.
-¿Alguien quiere café? -preguntó Paula.
 Queríamos.
 -Es instantáneo. Arlistán.
 Ya no queríamos.
 El remisero comía con decepción. La mandíbula se le cayó cuando, mientras examinaba la pata hervida en su plato, Grobocopatel contó que su empresa facturaba (neto) por año:
 -Mil millones de dólares.
Con diplomacia, señalamos a Grobocopatel, que, habiendo crecido con un padre empresario, su vida debió ser próspera desde el inicio –habría comido (pensamos) algo mejor que esto. 
-En mi familia, el ahorro es fundamental –replicó-.El que cuida lo poco, cuida lo mucho, decía mi viejo. Masticamos despacio la fruta.

***

La de millonario austero era, a todas luces, una imagen que Grobocopatel quiere transmitir.
Es un hombre grande y rubicundo, un metro noventa de piel rojiza, un hijo natural de la pampa gringa. Es carismático, campechano, directo; sabe cómo hacer sentir cómodos a los demás, cómo prestar atención a cada palabra. Es una de esas personas inteligentes que hacen muchas cosas bien, o están convencidas de que hacen bien muchas cosas: es empresario, fotógrafo, cantante de folclore y de música lírica, grabó discos.
Es tan cordial y seductor (aunque no deja de combatir, sutilmente, por el control de la entrevista) que le preguntamos si acaso será una de esas personas de egos frágiles que necesitan agradar. Le preguntamos, en fin, si necesita que lo quieran.
-Tengo el tema de la autoestima sumamente fuerte. Tengo una madre judía, tres hermanas, mi mujer que es divina, mi maestra de música que es una mamma italiana. Tengo una autoestima fuerte.
¿Será esa la clave? Su familia ha sido una familia de chacareros, que en otras circunstancias, si el mercado mundial y la Argentina y sus ambiciones y talentos no se hubieran acomodado de un modo único hace ya veinte años, habría sido una más de la clase media acomodada del interior.
Vivió casi toda su vida en Carlos Casares, en una casa del centro de una ciudad con menos de 20.000 habitantes. Terminó el secundario en la escuela pública. “No teníamos restricciones” en la infancia, dice, pero tampoco lujos: en vacaciones, paraban en hoteles tres estrellas. Para tener su primera pelota de fútbol tuvo que completar un álbum de figuritas.
“Mi familia no era de las familias ricas de Casares. Había una aristocracia, de la que no éramos parte. Mi padre estuvo muy orgulloso cuando lo invitaron al Rotary Club. A la aristocracia local la veíamos con admiración. Era gente refinada, te invitaba a comer y comías con cuatro cubiertos. Era gente que pensaba distinto, valoraba cosas diferentes (…) En lo de mis padres no había fruta; cuando yo era chico, una manzana se repartía entre tres. La fruta era algo de lujo (…) Mi viejo, desde que lo conozco, está a punto de fundirse…. No está a punto de fundirse; yo creo que es un gran actor y que nos dice que nos vamos a fundir para que cuidemos la guita”.
Nos sube a su camioneta y nos lleva a recorrer la geografía que le dio origen: la vieja colonia judía Mauricio; la sinagoga de Moctezuma, hoy museo, cuyo guardián es su tío, un hombre hospitalario y modesto, acorde con el pueblo en que vive; Smith, el caserío de doscientos habitantes en que nació su padre; el cementerio judío de Algarrobos, donde su familia tiene un pequeño panteón –y los demás muertos, lápidas más o menos destruidas; algunas, muy destruidas.
Aunque habla del “schule” y “la bobe”, admite que no ha conservado ninguna tradición judía, que es agnóstico o ateo, lo mismo da; que se casó con una mujer no judía y que circuncidó a su hijo –“pero me arrepiento”.
En el trayecto, ofrece el show completo. Baja en medio del campo sembrado de soja, arranca una vaina seca, la abre y mastica una semilla.
-¿Alguna vez vieron soja? Acá tienen.
Nos lleva de un lado al otro, se detiene ante edificios pintorescos para que nuestro fotógrafo haga su trabajo. Cuando el fotógrafo acepta tomar una foto que él propuso, nos mira y sonríe con satisfacción:
-A este -señala al fotógrafo- lo conozco como si lo hubiese parido.
Nos monta una escena que, parece saberlo, no podrá quedar afuera del relato. A zancadas nos lleva entre las tumbas del cementerio, un jardín de pasto fresco y mullido con paredes de ladrillo y conjuntos de arbolitos, hasta el rincón más lejano, una esquina triangular que se eleva sobre el terreno. Se detiene allí y espera que todos subamos, disfrutando por adelantado el efecto.
Al subir al montículo, aparece detrás de la pared, como en un acto de magia, una laguna de azul intenso poblada de garzas y de patos, un estallido de vida junto al reservorio de la muerte.
-Sos la primera periodista a la que se lo digo: este es el lugar en el que quiero que me entierren cuando muera.

***

El primer Grobocopatel, Abraham, fue pobre. Llegó de Besarabia, Rusia, en 1912, en el segundo contingente de judíos traídos por la Jewish Colonisation Association del Barón Hirsch, que instaló en la Pampa húmeda a familias de Europa del Este castigadas por la pobreza y el antisemitismo, y dio origen a una rareza: los gauchos judíos.
Abraham no tuvo tierra; la habían comprado toda los judíos del primer contingente. Producía heno de alfalfa para alimentar a los caballos, cuando la Argentina se movía por tracción a sangre. “Eramos la YPF” de la época, ilustra su bisnieto.
Bernando, el hijo de Abraham, compró sus primeras 200 hectáreas cincuenta años más tarde, en 1961. Adolfo y Jorge, sus hijos, trabajaron para él como tractoristas, y al morir Bernardo heredaron 700 hectáreas. En la convulsionada década del ‘70, prosperaron: compraron 3.000 hectáreas de campo, expandieron sus sembradíos y agregaron el acopio de granos. Ahorraban en vacas: “Era una forma de capitalizarse. En algún momento vendían toda la hacienda y compraban tierra”.
Los hermanos fueron socios hasta que Gustavo, hijo de Adolfo, se graduó como ingeniero en 1984 y decidió que había que modernizar. Propuso incorporar computadoras y “hacer” soja. Adolfo tomó partido por su hijo. Jorge relicó que a las cuentas había que seguirlas en persona, no con máquinas. ¿La soja? No le gustaba: era un poroto. La discusión terminó en la ruptura de la empresa y de los hermanos, que dejaron de hablarse durante veinticinco años.
Así nació Los Grobo.

***

Gustavo Grobocopatel fue profesor e investigador en la Universidad de Buenos Aires. Allí adquirió una perspectiva “tecnológica” de la producción agropecuaria, que en la Argentina, como en buena parte del mundo, era un negocio primitivo y fuertemente tradicional. Incorporó la siembra directa, que consiste en sembrar sobre los rastrojos de la cosecha anterior, una técnica que otros agricultores de avanzada acababan de incorporar en la Argentina y que aumentaba el rendimiento de la tierra.
Pero lo que el joven Grobocopatel realmente aportó a la agricultura argentina, según su propia explicación –lo plantea en tercera persona: “¿Qué fue lo que este tipo hizo y que no hubiese sucedido si no hubiese estado este tipo?”-, fue la introducción de un modo específico de organizar la gestión. Como dijo un profesor de Harvard, donde se estudia su caso: “Los Grobo son el toyotismo en la agricultura”. El joven Grobocopatel admiraba mucho la filosofía kaizen de Toyota: un sistema de producción basado en un programa de “calidad total”.
“Adoptamos las mejores prácticas de gestión global y lo adaptamos a la agricultura, que era un sector primitivo. Hablar de gestión del conocimiento en agricultura no existía; solamente existía en empresas de tecnología. Hablar de ISO 9001 era de empresas industriales. Hablamos de network, de redes, de vinculaciones, clientes, proveedores. Fuimos de los primeros que hablamos de desarrollo sustentable, de responsabilidad social aplicada a la agricultura. De capital social. Todos esos conceptos propios de otros sectores los incorporamos a la agricultura. Y eso tuvo un impacto, porque, por más que la agricultura argentina era una agricultura de servicios tercerizados, el contratista existe en Argentina desde 1930. Nosotros reconceptualizamos el rol del contratista como outsourcing, como un proveedor de servicios tercerizado, que forma parte de empresas-redes. Adaptamos los conceptos de la economía del conocimiento a la agricultura. Eso es lo nuevo. Es más conceptual que concreto. Y cuando vos conceptualizás, tenés un marco de referencia. Nosotros agregamos ese marco de referencia.”
Grobocopatel se ve, así, como el modernizador de la más arcaica de las actividades económicas de América Latina. Cree que está trayendo a un mundo atrasado -el agrario latinoamericano- lo más avanzado de la innovación tecnológica contemporánea. El Steve Jobs de la pampa, digamos. En un momento en que buena parte del continente vive de las exportaciones de productos primarios, él aporta la idea de que, contra lo que todo el mundo pensaba, esta actividad puede ser tecnología de punta.

***

Los Grobo, uno de los mayores grupos agropecuarios de la región, sembró, en 2010, 86.000 hectáreas en la Argentina, 90.000 en Uruguayy 60.000 en Brasil. Agrupa a unos 4.000 productores y clientes, en su mayoría pequeños y medianos, y a 3.800 pymes proveedoras de servicios, que dan trabajo a unas 20.000 personas. Pero la siembra y producción de granos es sólo una cuarta parte de los ingresos del Grupo; el 60 por ciento proviene de servicios como almacenamiento, provisión de insumos, financiación, asesoramiento, y un 15 de industrialización. Este año, facturará 1.100 millones de dólares (netos).
Una y otra vez, Grobocopatel vuelve a la idea de empresa: la empresa que ha fundado, y que no heredarán sus hijos porque la convirtió en una empresa profesional, ya no familiar, es su misión en el mundo.
-Es lo que quiero darle a la gente. Vos querés dar una buena nota. Vos querés dar una buena foto. ¿Por qué? Para tener impacto en el mundo. Para tener incidencia.
Su fantasía es la siguiente: está sentado en Kenia tomando un café y en una mesa, al lado, un keniata se pregunta: “¿Por qué le habrán puesto Grobo a esta empresa de acá?”
-Pienso que, como los Cargil, como los Bunge, la empresa tiene que trascenderlo a uno.
Al mismo tiempo, y en esto no ve contradicción, le gusta explicar Los Grobo con un dibujito: de un lado de la hoja hace un pescado gordo y grandote; detrás del pescado dibuja un cardumen de pequeños pececitos que, juntos, adquieren la forma de un pez más grande que el anterior. Explica: estos pececitos reunidos se comen al pez más grande. “Eso es Los Grobo. Nosotros no somos grandes. Somos el cardúmen”.

***

La familia vive enfrente del Malba, el Museo Latinoamericano de Buenos Aires, en Palermo Chico, desde hace tres años. No les gusta la ciudad y todavía extrañan el campo, pero se mudaron para estar más cerca del aeropuerto: Gustavo Grobocopatel pasa una semana por mes en Brasil, donde está ahora una parte sustancial de su grupo económico, con sus nuevos socios: empresarios locales y la multinacional Mitsubishi.
En el café del Malba, donde suele atender, le preguntamos de qué modo la parábola de su vida es una parábola de la Argentina: bisnieto de inmigrante judío que se convierte en uno de los veinte mayores empresarios del país, protagonista determinante del boom de la soja, el yuyo al que debemos la prosperidad de los últimos años y la ubicación de la Argentina en el mapa del mundo a futuro.
-Hay un tipo que está haciendo un trabajo sobre el ciclo de vida de Los Grobo—responde-. Dame un papelito en blanco…Dice que a las empresas hay que entenderlas como ciclos de vida. Entonces, hay un ciclo desde el año ‘84, en que se fundó la compañía, hasta el año 2000. ¿Qué pasó durante ese período? La empresa fue de accionistas familiares, con una impronta familiar, y hubo tensiones propias entre un pulso que profesionaliza y un pulso que familiariza, entre un pulso que descentraliza en red y un pulso que centraliza en empresa familiar. Todo eso pasó hasta el año 2000. En el 2000, mi padre nos dona la empresa a nosotros,  y ahí empezamos un proceso muchísimo más claro de profesionalización hasta el año 2007. En 2007 entran los brasileños. Ahí se consolida la profesionalización, porque ya hay socios que no son familiares.
Siempre señalando el papelito con las rayas, sigue:
-Nosotros hicimos un proceso de crecimiento muy grande, llevó casi 30 años, en el que profesionalizamos una empresa familiar, la hicimos crecer regionalmente, la industrializamos, la integramos verticalmente, de productores pasamos a proveedores de servicios, de proveedores de servicios a industriales, incorporamos tecnología, incorporamos mejores prácticas, incorporamos socios, ahora se asoció Mitsubishi, la compañía está en Brasil. ¿Cuál es la brisa que mueve la hoja en este período? Si no hubiese sido una década perdida la famosa década del 80, yo acá (señala en la línea el “hito” del 2000) hubiese llegado antes. No me hubiese llevado 17 años hacer lo que hice; me hubiese llevado diez. Si el sistema impositivo argentino hubiese sido diferente, yo no hubiese tenido necesidad de venderle a los brasileños parte de mi empresa para crecer; lo hubiese hecho con mi propia inversión. Si eso hubiese pasado, tal vez yo hubiese sido una Bunge o una Cargill, de ese tamaño, en el mundo. No lo soy. Es parte de las restricciones que tuve. La empresa cada vez es menos argentina, pero yo voy a lograr hacer lo que quería. En vez de a los 50, a los 60 años. El balance de la parábola ¿cuál es? ¿Argentina podría haber tenido una multinacional argentina cien por cien del tamaño de Cargill dentro de diez años? Sí. Hubiese podido. Yo hubiese podido. ¿Argentina la tendrá? No, no la tendrá. Porque parte de mis ganancias fueron a la sociedad, a los distintos usos que le dio el Estado. Ahora, obviamente que no con mi guita solamente; con la guita de cien mil productores. ¿A la Argentina le interesa, cree que vale la pena tener multinacionales o no? Eso es un gran tema. Yo no estoy seguro. Porque no está mal que tenga una empresa argentina con Mitsubishi de socio, porque es parte de la dinámica de la globalización. Nuestra empresa es la única en Argentina que tiene socios brasileños, japoneses. Vos no tenés una empresa con una mirada multicultural en sus accionistas. Tenés empresas que tienen intereses en Brasil. Por ahí, puede ser que las restricciones se hayan transformado en una ventaja para la empresa. Pero eso no lo sabemos.
En la estancia nos habla de un encuentro con el ex presidente Alvaro Uribe en el que le planteó su modelo de agricultura sin propiedad de la tierra como un modelo posible para Colombia, un país agrario en el que el acceso a la tierra (o la falta de acceso) es uno de los grandes motivos de conflicto social.
-Si me hubiesen tocado las reglas de juego de Colombia, seguramente hubiésemos armado una empresa multinacional mucho más rápido y puramente Argentina-afirma.
Su mujer, sentada a su lado, apunta:
-Acá es “combatiendo al capital”.
Grobocopatel agrega que hace falta “calidad del Estado”, que sólo puede lograrse con ayuda de los empresarios y también, en menor medida, de las ONGs (Paula es vicepresidenta de Poder Ciudadano). ¿Y qué tendría que hacer el Estado? Invertir en infraestructura, educación, servicios públicos: ocuparse de la escuela pública de Carlos Casares, que sostienen los padres, y de hacer una autopista desde Buenos Aires. “Y todo eso requiere capital de afuera, deuda, para que haya servicios públicos de calidad. Si viene deuda para hacer las autopistas, las escuelas, la educación, los trenes, bienvenida la deuda”.
Para eso sirve el Estado. Para lo demás, están los empresarios.
-La innovación, la creatividad, la política de crédito no sirven si no hay emprendedores, si no hay empresarios. ¿Quién va a liderar? Si no tenés derechos de propiedad establecidos, si no podés ganar guita, es imposible.
Pero –es su razonamiento-, como el Estado argentino ha fallado, Los Grobo es cada vez menos una empresa argentina.
-Nosotros emotivamente estamos ligados a la Argentina, pero la empresa tiene un camino diversificado que no depende exclusivamente de lo que pasa en la Argentina -explica-. Si Argentina no ofrece oportunidades, terciaremos más en otros lugares. No estamos huyendo de acá.
Paula interviene:
-A pesar de que nos va como el orto.
-Nos va mal -coincide él- . Perdemos plata y tenemos que poner guita en la empresa. Acabamos de tener que hacer una capitalización por 20 millones de dólares. Vendimos campos. A causa de la convergencia entre la sequía y el sistema impositivo y modelo de producción.

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-Decís que si estuvieras en otro país que no fuera la Argentina hubieras tenido una empresa más grande en menos tiempo, te iría mejor. Pero ¿no es esa una típica interpretación argentina? Del argentino que piensa que es alguien con talento pero está en un país de porquería, y que si estuviéramos en otro país nos iría mil veces mejor. ¿No te parece que Los Grobo, y vos como empresario, sólo son posibles porque ocurrieron en la Argentina?
Y, recién entonces, se apura a responder:
-Obvio. Sí. Ni hablar. Yo, yo … No, al contrario, yo estoy totalmente de acuerdo. Yo llegué acá porque Argentina me dio la oportunidad.