viernes, 23 de octubre de 2015

Se achica la renta



En Córdoba cae el valor de los alquileres agrícolas


La Bolsa de Cereales estimó un promedio de 8 quintales de soja, contra los 9,5 de 2014
El Departamento de Información Agroeconómica de la Bolsa de Cereales de Córdoba estimó ayer en 8 quintales de soja por hectárea el valor promedio para los alquileres agrícolas en la provincia, según el segundo relevamiento de 2015. Este valor se mantuvo estable respecto de la proyección inicial hecha en julio, pero quedó un quintal y medio por debajo de los 9,5 quintales vigentes el año pasado. Así, en el ciclo 2015/2016 se registraría la cuarta caída consecutiva en los valores de los alquileres medidos en quintales, desde el promedio de 11,5 quintales de soja por hectárea de la campaña 2011/2012.
 En el análisis por departamento, los que más han ajustado su valor en la estimación actual respecto de la hecha en julio pasado fueron Presidente Roque Sáenz Peña y Totoral, con mermas del 14 y del 33%, respectivamente. Mientras que los que han reportado un mayor incremento fueron Río Seco y Tulumba, con alzas del 33% en ambos casos.
 “En Córdoba se conforman tres zonas, de acuerdo con los niveles de alquileres: la zona sudeste, con Unión y Marcos Juárez que presentan arrendamientos de entre 11,5 y 15 quintales de soja por hectárea, con bajas del 12 y del 15% respecto de la campaña anterior; el centro, donde los alquileres se están fijando en valores que rondan los 8 y los 9 quintales, sin cambios, y las regiones norte y sur, donde no sólo se presentan los niveles más bajos de la provincia, con 4,5 a 7 quintales, sino donde también se advierten las bajas más pronunciadas, con variaciones negativas de hasta 3 quintales (Totoral)”, detalló la Bolsa.
 Como hecho distintivo de la campaña, la entidad advirtió sobre el incremento de la modalidad de contratos a porcentaje en todos los departamentos, con niveles que oscilan entre el 15 y el 30% del rendimiento del cultivo. “De esta manera, el gran riesgo que implica la actividad agrícola se distribuye entre el propietario y el arrendatarios”, dijo la Bolsa. Y añadió que la caída en el valor de los alquileres “es un fiel reflejo de la situación crítica que vive el sector. Ante la falta de rentabilidad, el alquiler es la principal variable de ajuste. Los propietarios y los productores fijan en un menor nivel los arrendamientos, con el objetivo de que se cultiven las tierras y a la espera de que en el próximo ciclo la situación se revierta”.


Crédito en dólares a una empresa agroexportadora. Lógico...

En El enfiteuta

El Banco Mundial otorgó un crédito por u$s135 millones a Vicentín
El organismo internacional aprobó un paquete financiero para atender las necesidades de capital operativo de la empresa aceitera nacional.
 
"Por más de 20 años, la CFI fue socio estratégico de Vicentin, relación a través de la cual le ha proporcionado financiamiento, movilizado recursos y compartido las mejores prácticas internacionales", señaló la empresa aceitera a través de un comunicado.

Vicentin es una de las procesadoras de granos oleaginosos más importantes del país, y representa aproximadamente 14% de la capacidad de molienda de soja de la Argentina, alrededor de 9 millones de toneladas anuales.

El paquete de financiamiento comprende 25 millones de dólares por cuenta de la CFI y 110 millones de dólares movilizados por la Corporación entre bancos comerciales, instituciones financieras y fondos, incluyendo: Natixis, Rabobank, Banco Itaú BBA, FMO, ABN Amro, Crédit Agricole, Cordiant Emerging Loan Fund, y Federated Project and Trade Finance Core Fund.

Natixis y Rabobank actuaron como los principales estructuradores, conjuntamente con la CFI en la operación de sindicación.

"El financiamiento liderado por la Corporación Financiera Internacional fortalecerá el perfil de endeudamiento, reducirá el riesgo frente a las fluctuaciones de los mercados financieros y nos permitirá continuar creciendo de forma sostenida. Estamos muy complacidos de asociarnos una vez más con la CFI", expresó el vicepresidente de Vicentin, Alberto Macua.

Por su parte, el gerente de la Corporación para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, Salem Rohana, afirmó que "Argentina es un participante fundamental en la cadena de suministro del sector agroindustrial a nivel mundial y uno de los proveedores más grandes y más competitivos de aceite y harina de soja, y que aportan grasas y proteínas a un precio accesible a escala mundial".

Aseguró que "el otorgamiento de este paquete financiero coincide con un momento clave para el crecimiento social y económico de Argentina, y demuestra el compromiso de largo plazo de la CFI con sus clientes del sector privado".

Alocución de la SRA con muchos puntos destacados

Etchevehere en La NAción del 03/10/2015

Cuando el abuso no es el camino


Ya lo habíamos sugerido en estas páginas, Monsanto no tiene la patente de la soja Intacta RR2 PRO. Justamente esa fue la respuesta que obtuvo la Sociedad Rural Argentina (SRA), cuando solicitó información al respecto al Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI). Esta solicitud se hizo a raíz del conflicto en la comercialización de soja que provocó la empresa al querer cobrar un canon de forma totalmente ilegal.


"Intacta" no está patentada en nuestro país, ni podría estarlo, por cuanto en la República Argentina no es posible otorgar patentes de invención respecto a una semilla. El INPI confirmó esto el 19 de junio pasado en respuesta a la solicitud de información 141.277 enviada por la SRA.
Aun sabiendo esto, la empresa quiere imponer a los productores argentinos un canon por una supuesta patente por la soja "Intacta RR2Pro". El esquema pretende que los exportadores y acopios controlen la existencia de dicha semilla en cada camión que reciban con soja. Lo que busca la empresa es que sean ellos quienes retengan el valor del canon, si a raíz de detectar la existencia de Intacta, el productor no pudiera acreditar el pago efectuado.


Resulta inaceptable que Monsanto, abusando de una posición dominante, y con la complicidad o tolerancia de otros eslabones de la cadena de valor, pretenda imponer a toda la producción un sistema de comercialización que está reñido con la legislación argentina.
Por supuesto que Monsanto tiene derecho a proteger los avances tecnológicos que la empresa genera. Los productores argentinos buscamos la excelencia y el mejor rendimiento de los cultivos y sabemos que la biotecnología es una aliada fundamental en este desafío. Las empresas que invierten e investigan en el mejoramiento genético de los cultivos necesitan una retribución justa por sus avances tecnológicos, cuyo pago debe estar contenido en el precio de la semilla y debe efectuarse una sola vez, al momento de la compra.


Esa protección de estos avances, en consonancia con distintos tratados internacionales, está prevista en la ley de Semillas 20.247. Esta norma reconoce el derecho del productor a reservar semilla para ser reutilizada en su propio campo, pero prohibiéndose la comercialización de las semillas, práctica conocida como "la bolsa blanca".
La existencia de deficiencias en los controles en el comercio de estos productos no puede bajo ningún aspecto llevar a una empresa a instrumentar un sistema paralelo de control privado y totalmente ajeno al marco de la ley vigente. Las fallas en los controles deben solucionarse reforzando al organismo correspondiente para que cuente con la información y los recursos necesarios para detectar las irregularidades en la comercialización de semillas. Aquel que infrinja las normas, debe recibir la sanción que impone la ley.
Los productores argentinos queremos pagar por la utilización de nuevas tecnologías y, en los últimos años, participamos muchas veces de debates que tuvieron como protagonistas a todos los actores de la cadena de valor productiva para acercar posiciones y hasta propuestas de actualización del marco legal vigente.
Sabemos que para llegar a las metas productivas que puede alcanzar el campo necesitamos de toda la tecnología disponible y de los avances genéticos que nos permitirán aumentar la producción de granos en 50% para 2020. Si no se reconoce el esfuerzo de las empresas semilleras en los avances biotecnológicos, los productores argentinos podemos ver limitada la oferta de semillas y la tecnología a disposición.
Estamos dispuestos a colaborar para encontrar las soluciones a las fallas en materia de control, como también estamos a disposición para participar de debates que busquen mejorar la legislación vigente. Eso sí, el camino que hay que recorrer no puede admitir abusos de ningún tipo.
El autor es presidente de la SRA


jueves, 8 de octubre de 2015

Amargas reflexiones de Jorge Rulli










Extraños datos de concentración

En La Nación del 03/10/2015 (por Ernesto Ambrosetti)

Chicos y medianos, afectados por igual


La tendencia a la concentración de la empresa agropecuaria experimentada en los últimos 12 años del kirchnerismo ha sido acelerada por las políticas implantadas y, lamentablemente, esta situación se podrá agravar por la caída de los precios internacionales que están llevando a la quiebra a miles de productores. En este escenario, el Gobierno no ha modificado ni los derechos de exportación ni las políticas restrictivas a las exportaciones que reducen los ingresos de las empresas rurales.

Existe una clara tendencia a la concentración de la producción y a la utilización de la tierra relacionada especialmente con las oleaginosas, particularmente la soja, poniéndose en riesgo la sustentabilidad productiva debido a que el Gobierno se ha hecho adicto a la soja, ya que aporta el 82% del valor de los derechos de exportación y no sufre de trabas a las exportaciones, como los casos del trigo y el maíz, entre otros cultivos.

A lo largo de los censos, entre 1947 y 2002 los estratos que mayor modificaciones presentaron hacia la desaparición fueron los pequeños productores de entre 0-200 hectáreas. En contraposición crecieron los grandes, es decir, mayores a las 5000 hectáreas.
Pero con las políticas adversas implementadas también se manifestaron modificaciones en los estratos de medianas empresas, entre 201-5000 hectáreas, debido a la pérdida de rentabilidad y la tendencia a la búsqueda de escala a través del arrendamiento.

En las provincias

Las provincias que han mostrado una mayor tendencia a la concentración entre 2002 y 2008 han sido, en orden de importancia en la pampa húmeda, Buenos Aires, Entre Ríos y La Pampa, mientras que Córdoba y Santa Fe no mostraron concentración [¿?].
En el NOA, Tucumán lideró la tendencia a la concentración, mientras que Salta y Jujuy mostraron lo contrario. En el NEA lideró Chaco, seguido de Formosa, mientras que en Cuyo lideró Mendoza.
A su vez, en las provincias de Santa Cruz y Chubut se han abandonado campos quedando la tierra improductiva por falta de rentabilidad, avances de especies depredadoras, como el zorro colorado y actividad volcánica, entre otros motivos. Se estima que en Santa Cruz hay cerca de 600 campos abandonados y otros 200 en Chubut.Desde 2008 se observa que provincias como Córdoba y Santa Fe tienden a marcar tendencia a la concentración, acompañando a Buenos Aires, Entre Ríos y La Pampa.








Los "concentrados"


Los expulsados del campo: el dolor de ya no ser

En los últimos doce años, miles de productores tuvieron que abandonar la actividad para dedicarse a otros rubros muy distintos; según un informe de la Rural, entre 2002 y fines de 2015 se perdieron 95.343 empresas agropecuarias


Daniel Ahanduni se hizo heladero, Sergio Procichiani eligió transformarse en parquero de casas de familias y David Albornoz pasó a colaborar en un taller mecánico y al rubro turístico. En tanto, Pablo Sebastián Bruggeman, José Cardinale y Pablo Butler entraron a trabajar como empleados en diversas empresas. Bruggeman como empleado para una granja de pollos, Cardinale como recibidor de granos durante una temporada en la Bolsa de Comercio de Rosario y Butler para una firma de semillas forrajeras.
Todos ellos fueron expulsados del campo en los últimos doce años. Trabajaban como productores. Ahora hacen cosas completamente distintas.
Porque les fue mal varias campañas por cuestiones climáticas, quedaron endeudados y no pudieron levantarse, perdieron escala para seguir en carrera, se encontraron con una presión impositiva cada vez más asfixiante, trabas a la comercialización y falta de políticas que los rescaten, cientos de productores dejaron de serlo. Y alquilaron o vendieron su campo para meterse de lleno en actividades a las que jamás hubieran incursionado. Lejos del campo, lo hicieron para sobrevivir.
Este fenómeno puede apreciarse detrás de un número que, en realidad, deja entrever historias de carne y hueso de ex productores. Según un informe del Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina (SRA), entre 2002 y fines de 2015 unos 95.343 productores habrán dejado de serlo. Es una cifra apenas menor a los 100.000 que se perdieron en los noventa.
El dato surge de los censos agropecuarios de 2002 y 2008 y de proyecciones en base a una fórmula de cálculo que realizaron en la entidad y que permite llegar a los 95.343 productores menos que coincide con el kirchnerismo en el poder. Así, a fines de 2015 serán 202.000 las empresas agropecuarias que quedarán en pie.
"Entre el censo 2002 y 2008 se perdieron, en promedio, 7723 productores por año, es decir, 21 productores por día", expresó Ernesto Ambrosetti, economista en jefe de la Rural.
El economista aportó otra comparación: "Entre 2008 y fines del 2015 estimamos que han desaparecido, en promedio, 7000 productores por año, es decir, 19 productores por día, un 10% menos que entre 2002 y 2008".
En el mundo entero hay una tendencia a la concentración en todos los sectores productivos. Sin embargo, aquí corre más rápido que en otros países.
En la Argentina, las políticas adversas han acelerado la concentración con la salida de productores del campo. Ambrosetti resumió algunas de esas "políticas adversas": retenciones, falta de competencia en los mercados por trabas a las exportaciones, falta de ajuste por inflación, ganancia mínima presunta y otros tributos, alto costos de insumos clave y distorsión de precios relativos, altos costos del transporte y una participación del Estado en la renta agrícola que supera el 95 por ciento.
Desde 2002 hasta la actualidad, uno de cada 20 productores que salieron de la actividad son productores tamberos. Esto tuvo un impacto social importante. "Son más de 5000 familias o 15.000 personas que dejaron la actividad", remarcó Ambrosetti.

En persona

Haber salido de la actividad agropecuaria es frustrante para muchos. Habían recibido el campo de sus padres o abuelos y pasaron gran parte de su vida allí. Es el dolor de ya no poder y de ya no ser.
"Venía para atrás y veía que ya no se podían pagar los alquileres. ¿Cómo iba a seguir trabajando así?", contó Sergio Procichiani. Oriundo de Empalme, en el departamento santafecino de Villa Constitución, producía en unas 300 a 400 hectáreas alquiladas. Además, lo hacía en 25 hectáreas de su propiedad.
Pero cuando empezó a comprobar "que los números no daban" ahí optó por salir de la actividad. "Abandoné el campo porque vi que ya no era negocio", señaló este ex productor.
En rigor, Procichiani se desprendió de cinco hectáreas para cancelar deudas y el resto las dio en alquiler.
"No podía seguir alquilando afuera porque si continuaba iba a perder las hectáreas de mi propiedad que quedaban", ilustró.
Desde 2012 está de lleno en otro rubro: es parquero. "Corto el parque en casas de familia. ¿Para qué iba a seguir renegando con el campo?", se explayó. Procichiani confió que vive tranquilo con su nueva actividad. "Me da trabajo mucha gente de confianza", reveló.
Cree que si el sector sigue sufriendo la crisis que lo aqueja, por la pérdida de rentabilidad y la presión impositiva, "el campo se va a terminar" porque "la gente de campo no puede más".
El caso de José Cardinale, de Alcorta (Santa Fe), también es sintomático de lo que vino sucediendo en los últimos años. Tenía un criadero de cerdos con unas 30 madres en un campo de unas 100 hectáreas de propiedad junto a otros hermanos, hoy alquiladas.
"Vendí las madres porque con esa escala no era rentable producir y reinvertir. Por los costos, tenés que tener un criadero más grande. También intentamos sembrar, pero no daba tampoco por la escala", afirmó.
Este año, Cardinale trabajó contratado como recibidor de granos en la Bolsa de Comercio de Rosario. Aguarda que le salga otro trabajo. "Hoy es imposible mantenerse con la actividad del campo. No es bueno no poder trabajar en el campo", concluyó.
Licenciado en administración agropecuaria, estaba a pleno en la empresa familiar en la zona del este de Salta. Manejaba la parte administrativa y tenía injerencia en la siembra y la trilla. "Era en lo que me había especializado", recordó. Sin embargo, las cosas empezaron a complicarse. En 2013, en medio de una intensa sequía, la cosecha quedó cerca de ser cero. "Pasamos de producir 9.000.000 de kilos a 900.000 kilos en toda la empresa. La pérdida fue del 90% de lo que producíamos", explicó. La firma tomó créditos para pagar a proveedores, pero 2014 volvió a presentarse seco y, encima, con mayores costos. La situación empeoró. Al final, vino una decisión dura: desprenderse de capital para el pago de compromisos, lo que significó resignar 100 hectáreas, camiones y maquinaria.
También sobrevino una reorganización. Dos de sus hermanos quedaron ligados a la actividad, pero Daniel y otro hermano decidieron que su camino estaba en otro lugar, ya no en el campo. "Debido a la situación, a que los números no eran buenos y la situación empeoraba, abrimos la cancha para otro lado con mi hermano y pusimos una heladería. Fue una manera de ver una alternativa que no sea del campo", señaló.
Ahora tienen una heladería en Las Lajitas y en otras dos localidades de la región. "Nos va bastante bien", ilustró Ahanduni, a quien no obstante en la empresa familiar lo suelen consultar como un asesor externo en temas financieros. "Me hubiera gustado seguir con la actividad agropecuaria porque es en lo que me especialicé. Hay un contexto internacional desfavorable, pero si sacaran las retenciones la cosa cambiaría un poco. El Estado es socio en las buenas pero en las malas se olvida", indicó.

David Albornoz: "Cuando llegaba al final de una campaña debía más que antes"

"Cuando llegaba al final de la campaña debía más que antes", resumió este ex productor. Hasta hace siete años, manejaba 68 hectáreas propias a unos 30 kilómetros de Victoria, Entre Ríos, y alquilaba a terceros con lo cual trabajaba en total unas 400 hectáreas. Dice que se fundió trabajando. Arrastraba deudas de varias campañas y tenía refinanciaciones para afrontar. "No acompañaba el tiempo, tampoco el precio, los insumos y la falta de crédito para sembrar. Cuando llegaba al final de la campaña debía más que antes", rememoró. En este contexto, decidió vender 40 hectáreas "para pagar todas las cuentas".
Este ex productor llegó a esa situación por lo que sintetiza como un problema de "sistema".
"El mismo problema de ahora estaba hace siete años", opinó. "El problema está en el sistema, donde no hay rentabilidad suficiente", agregó.
Canceladas las deudas, luego vino el desprendimiento de otras 20 hectáreas, pero para cambiar de actividad. En rigor, con el dinero de la operación se compraron unos departamentos en la ciudad de Colón para alquilarlos a turistas. Se vinculó con el turismo siguiendo los pasos de un amigo que le había recomendado este rubro. "Esto anda mejor, aunque no es para hacerse millonario", remarcó. Su esposa sigue el día al día de la actividad
¿Está contento con el cambio?, le preguntó LA NACION. Albornoz respondió: "No estoy contento porque uno se crío en el campo y lo ama. Dejé más de 40 años de mi vida en el campo. Mi padre ya lo hacía. Me queda el gusto amargo de dónde cometí el error".
Además del nuevo rubro, Albornoz se metió a colaborar en talleres mecánicos.

Pablo S. Bruggeman: "Todo se hace complejo con una escala pequeña"

"No me puedo quejar", expresó Bruggeman. Y no lo dijo por el campo, sino por su nuevo empleo: está en una granja de pollos en la zona de Aranguren, Entre Ríos.
Es otro ex productor. Trabajaba 50 hectáreas de una empresa familiar para ganadería y alquilaba otras 30 hectáreas. Con la sequía de 2008 y tras la muerte de su padre, el rumbo de la firma se empezó hacer cuesta arriba. Bruggeman percibió que la empresa había quedado con una escala muy chica como para continuar adelante. Lo que vino fue un proceso que repitieron otros productores: alquilar el campo. Decidió salir de la actividad, mientras que su hermano se quedó con una parte para ganadería.
"Primero fue mi a trabajar para otra gente en una empresa agrícola y luego pasé a manejar la pulverizadora de un vecino que presta servicios. Al final, conseguí otra cosa y desde marzo estoy trabajando para una granja de pollos", relató.
Como empleado, sus funciones son andar por los galpones viendo los pollos, que no les falten comida, agua y controlar la temperatura en el lugar. Está en la crianza del pollo, desde que ingresa como pollito hasta que viene un camión a buscarlo para llevarlo a un frigorífico avícola. En esa zona, según contó, la mayoría de las granjas trabajan en un sistema integrado. "No me puedo quejar. Acá trabajo nueve horas diarias y tengo cobertura social con aportes. En los otros trabajos estaba tipo changarín", resaltó.
Bruggeman analizó que la escala de su campo había quedado demasiada pequeña. "Con una escala tan pequeña todo se hace complejo para un productor", se lamentó.

Pablo Butler: "El Estado se llevó ganancias, yo sólo pérdidas"

"Fui productor tres años y salí por cuestiones económicas. Me fue mal. Además de que la situación económica no ayudaba, me devastó la sequía. Hoy trabajo para un semillero como empleado", sintetizó Butler.
Hace unos años, este ex productor decidió apostar por la siembra alquilando campos en Salta. Tomó ese camino luego de haber trabajado para otro semillero. Quería producir. "Empecé a sembrar por mi cuenta y no me fue bien. De 1500 hectáreas, por la sequía coseché 300 hectáreas. Esa primera campaña que tuve fue mortal", enfatizó. Pese al golpe, Butler quería recuperarse. Sin embargo, hubo otro año complicado en materia climática.
Al final, dejó de ser productor el año pasado. Pero aun hoy arrastra consecuencias. "Todavía tengo deudas que estoy pagando por insumos, maquinaria que había comprado", remarcó.
Butler ahora se desempeña como empleado en la parte comercial de Forratec (forrajeras) para el NOA. "Esto es más estable; tuve la suerte de conseguir este trabajo", señaló.
Este ex productor se lamentó por la falta de apoyo oficial para que quienes soportaron una situación similar a la suya pudieran afrontar la crisis.
"Si bien las complicaciones climáticas fueron las causantes del desastre, el apoyo estatal no existió, solo imposiciones que dificultaban poder superar las complicaciones climáticas. Igual hoy habría quedado afuera del sistema pues las retenciones y el no poder usar el tren para abaratar el flete son asfixiantes. Se arriesgó mucho. El único que se llevó ganancias fue el Estado; sólo hubo pérdidas y fundición para mí", expresó.



miércoles, 7 de octubre de 2015

Papita pal loro

Aprueban el primer transgénico para consumo humano directo

Agro.Es un desarrollo argentino: una papa que resiste a virus. También hubo luz verde para la primera soja local.

Matís Longoni en Clarín del 07/10/2015

El Gobierno celebró como un gran logro la aprobación de los primeros cultivos genéticamente modificados (OGM) desarrollados por científicos argentinos, confirmada ayer en el Boletín Oficial. Sin duda lo es. Pero hay más que festejos detrás de esa medida. Con la autorización de una papa resistente a virus, la Argentina decidió dar un paso más allá: por primera vez ofrecerá a su población el consumo directo de alimentos transgénicos.
Tras análisis que tomaron varios años, el Ministerio de Agricultura publicó las resoluciones que habilitan la siembra y venta de los dos primeros transgénicos “made in Argentina”. Estos desarrollos venían teniendo gran promoción presidencial –incluso por cadena nacional– por razones obvias: antes de irse Cristina Kirchner quería mostrar con ellos el éxito de su política de ciencia y tecnología.
Los OGM aprobados son una soja con tolerancia a la sequía, la HB4, cuya patente pertenece a Indear, una sociedad entre el Conicet y Bioceres. El segundo es una papa resistente al virus PVY, que fue desarrollada entre el mismo Conicet y Tecnoplant. Así la Argentina entró al club de países que desarrollaron biotecnología agrícola. Lo integran Brasil (1 evento), Cuba (1), Indonesia (1), China (5) y Estados Unidos (más de 40).
Casi a punto de que se cumplan 20 años de la introducción del primer transgénico en el país, la soja RR de Monsanto, la administración K tomó una decisión difícil y potente: aprobar una papa transgénica. Es que hasta ahora la Argentina autorizó 32 transgénicos, pero solo en soja, maíz y algodón. Ninguno de estos cultivos es para consumo humano directo y por lo tanto no ha habido grandes resistencias entre la población al avance de estas tecnologías. Con la papa todo parece más difícil. Por eso fuentes de Tecnoplant aclararon ayer a Clarín que no se precipitarán y recién comenzarían a vender las semillas dentro de al menos dos años.
De los 28 países que cultivaron transgénicos en 2014, solo un puñado se atrevió a desafiar el humor de sus habitantes con OGM consumidos sin procesamiento previo. Bangladesh tiene una berenjena; China, papaya y tomate; Estados Unidos, una calabaza. En el caso de la papa, además, hay un antecedente clave: Estados Unidos y Canadá sembraron una variedad Bt en 1999, que luego desapareció porque compañías como McCain y McDonald’s se negaron a darle ese transgénico a sus clientes.
Con la flamante soja tolerante a la sequía –la primera con esa característica a nivel global–, el camino parece más llano. Para no poner en riesgo las exportaciones sojeras argentinas, Agricultura solo puso como condición que Bioceres se abstenga de comercializar el cultivo hasta tanto no logre que China lo acepte. Esa misma condición ya había sido impuesta a multinacionales como Dow.


martes, 6 de octubre de 2015

Internacional



Link a video Deusche Welle sobre los recolectores de tomate en Italia.

http://www.dw.com/es/italia-tortuosa-cosecha-de-tomate/av-18747285






viernes, 2 de octubre de 2015

Políticas diferenciadas


Entrevista a Principe





El pAAstorcito y el lobo...

De AACREA

Alerta roja para la agricultura nacional

2015-comunicado 07
El 83% del total de la superficie maicera y el 44% del área sojera se tornarían económicamente inviables
Según un estudio desarrollado por AACREA, los resultados económicos esperados de la soja y del maíz para la campaña 2015/16 serían negativos para la mayoría de las zonas productivas si se obtienen los rindes históricos de cada región y si se mantienen los precios a cosecha que ofrecen los mercados a término.
Los cálculos realizados consideraron planteos productivos en campos arrendados según valores de alquileres para esta campaña y demuestran que en el 85 por ciento de los departamentos/partidos analizados, la producción de maíz y de soja sería económicamente inviable porque el rendimiento promedio zonal se ubica por debajo del rinde para cubrir los costos. En el caso del cereal, a nivel general, el rinde medio del maíz se encuentra 75% por debajo del rinde para cubrir los costos de producción. En la soja, el rendimiento medio es 40% menor al rinde para cubrir los costos. (Ver mapa).
Mapa. Incremento de rendimiento necesario para cubrir los costos de producción de la soja respecto del promedio histórico para la campaña 2015/16
2015-comunicado 16
Fuente: Movimiento CREA sobre la base de MinAgri, Rofex, EEI y fuentes privadas.
Valores negativos (en tonos verdosos): indican que el rinde promedio es mayor al rinde necesario para cubrir los costos.
Valores positivos (en tonos rojizos): indican que el rinde promedio es menor al rinde necesario para cubrir los costos.

Resultados en campo propio
Para dar una mayor claridad de la dimensión de lo que acontece en la mayoría de las zonas productoras, también se analizaron planteos productivos en campo propio mediante el cálculo del radio de viabilidad. El radio de viabilidad se define como la distancia promedio desde el origen de la producción hasta los centros de comercialización en la que el rendimiento medio supera en un 5% al rinde para cubrir los costos.

De esta manera, para la campaña 2015/16, el cultivo de maíz proyecta un radio de viabilidad de 30 km, en tanto que el de la soja es de 117 km. Es decir, un planteo de soja a más de 117 km de su destino comercial sería inviable económicamente, de acuerdo a las condiciones de rendimiento promedio, costos y precios proyectados en el contexto actual. En ese sentido, la frontera de viabilidad determinada por este radio se contrajo en las últimas tres campañas analizadas. En particular, en la campaña 2013/14 dicho indicador alcanzaba 300 km para el maíz y 275 km para la soja.
Cabe aclarar que, al contraerse la frontera de viabilidad, se incrementa la superficie donde los planteos productivos aumentan su nivel de riesgo. Según las proyecciones realizadas para la campaña 2015/16 del maíz, dicha área de inviabilidad representaría el 83% del total de la superficie maicera. En el caso de la soja, dicho porcentaje asciende al 44%.
Conclusiones
En las últimas tres campañas se observa una ampliación de la superficie donde, bajo las condiciones actuales, la actividad agrícola se torna económicamente inviable. Esta situación abarca a todas las zonas productivas y cultivos, incluso en aquellas regiones de mayor productividad y cercanas a puertos e industrias.

Los cálculos anteriormente mencionados demuestran que la agricultura argentina actual enfrenta problemas estructurales. Millones de hectáreas agroclimáticamente aptas para cultivo en muchas provincias, en esta campaña resultarán inviables económicamente. El negocio agrícola tendrá un ejercicio con resultados negativos debido fundamentalmente a la presión fiscal, al incremento de los gastos directos e indirectos, a la política cambiaria y a la continuidad de las restricciones comerciales. Esta realidad puede generar una reducción considerable en la intención de siembra 2015/16.

Comunicado de prensa N° 16
23 de septiembre de 2015
Contacto de prensa
Maximiliano Denaro
Carlos Marin Moreno
(011) 4382-2076/79 interno: 133 o 131AA