miércoles, 24 de enero de 2018

La Banda Oriental


En La Nación, del 24/01/2018

"No se aguanta más": el campo uruguayo hizo sentir su reclamo al gobierno

Por Nelson Fernández

MONTEVIDEO.- "¡Queremos un solo Uruguay!" fue la consigna de la movilización de productores del sector agropecuario de este país, que expresaron su malestar por una nación que ven evolucionar a dos velocidades, una en la capital y la zona balnearia con récord de ventas, y otra en el campo, con pérdida de rentabilidad y amenaza a la viabilidad de los negocios.
"Estamos diciendo basta porque no se aguanta más", dijeron en la proclama leída por el periodista radial especializado en agro Jorge Landi.
Los discursos tuvieron un componente crítico con el sistema político y un reclamo de baja de gasto público, tanto del gobierno nacional como del Parlamento.
El movimiento de indignados que emergió en los primeros días de enero realizó ayer su concentración en la ciudad de Durazno, en el centro del país, con un acto al que adhirieron todas las gremiales rurales, cámaras empresariales de industria, comercio y servicios.
El lugar elegido para el acto fue un predio muy amplio y las imágenes mostraban muchos espacios vacíos. La concurrencia menor a la esperada puede quitar presión al gobierno, que temía una protesta de mayor magnitud.
Los organizadores destacaron que el acto fue "sin acarreos", "a la intemperie" y "sin dinero", pero el empuje de los días previos había hecho pensar que la protesta podía ser de mayor magnitud.
En concreto, reclamaron una baja de las tarifas de energía, de combustibles, del gasto público y una corrección del tipo de cambio para "eliminar" el actual atraso cambiario.
El gobierno mantiene su decisión de analizar posibles soluciones, pero con las gremiales formales del sector y no con este movimiento de productores de todo el país.
El acto se desarrolló en medio de una polarización agresiva en las redes sociales entre los oficialistas y la oposición.
"Si la grieta precisa alguien para tender un puente, encontrará en primer lugar a las víctimas, el campo, la industria, el comercio", dijo el conductor radial Serrano Abella.
La protesta se da en el marco de un crecimiento histórico de la economía, que comenzó a fines de 2003 y se extiende hasta este año, pero el sector rural se muestra en cambio más retrasado.
El informe anual del Ministerio de Ganadería y Agricultura indicó hace pocas semanas que la producción agropecuaria uruguaya terminó 2017 con un crecimiento de 0,52% y las proyecciones para el nuevo año son de estancamiento (+0.01%). Pero el PBI general se proyecta con una suba del 3%.
Las proyecciones de los servicios técnicos del gobierno estiman que la producción de carne vacuna crecerá 5% y la de leche 3%, pero todos los demás rubros caerán: trigo 25%, cebada 38%, arroz 12%, maíz 21%, soja 14% y sorgo 10%.
El primer orador fue el productor rural Federico Holzman, inspirador del movimiento de indignados rurales, que se quejó de la falta de respuesta de las autoridades y de la presión tributaria: "Estamos cansados que se nos ignore la voz, pero no se nos ignora a la hora de cobrar los impuestos".
También reflejó un sentimiento de muchos productores sobre la falta de acción propia para hacerse sentir: "quizá pecamos por ser demasiados mansos".
El ingeniero agrónomo Eduardo Blasina, consultor del sector, hizo una combinación de discurso político e informe económico, y fue quien expuso los fundamentos técnicos de la protesta.
"Se ha dicho que el agro no está tan mal, y es posible que no esté tan mal, porque siempre puede estar peor, pero lo importante es mirar hacia adelante", dijo Blasina.
Destacó el aumento del gasto público y dijo que eso se paga con presión impositiva que castiga la producción. "Hay que corregir un exceso de gasto que está ahogando a toda la economía, que no se puede sostener", dijo el asesor, con aplausos de los manifestantes.
Habló luego de "las mochilas" que carga el campo uruguayo y citó diez problemas: el dólar bajo (atraso cambiario), la inflación, el costo alto de la energía, los impuestos, el deterioro de infraestructura en caminos y carreteras, normas de rigidez laboral, el precio de la tierra, el peso de endeudamiento creciente, la falta de acuerdos comerciales con otros mercados, y "los prejuicios" que dividen a la sociedad y dificultan entendimiento.
Luego, el popular Serrano Abella expuso un discurso emotivo y habló desde el dolor de gente del interior del país: "Alguien tiene que desafiar esto y ese alguien somos todos nosotros dispuestos a pagar el precio que haya que pagar, porque la verdad, la libertad y la honradez cuestan caras".
La proclama final no solo incluyó una plataforma de reclamos, sino críticas al sistema político por gastos en el gobierno nacional, pero también en el Parlamento: "Exigimos a los políticos de todos los partidos que presenten ideas y no eslóganes bonitos creados por empresas publicitarias", señaló el documento.
Miles de manifestantes pidieron una menor presión impositiva y la reducción del gasto del Ejecutivo y el Parlamento





viernes, 12 de enero de 2018

La familia


En La Nación, 11/01/2018


A raíz de la reiterada difusión en medios de prensa de una situación de familia que está planteada en el ámbito judicial, la señora Leonor Beatriz de Etchevehere, madre del ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, envió a LA NACION la siguiente carta:


Suena duro. Pero fueron cincuenta años escribiendo, participando, opinando. Siempre en defensa de los principios que invariablemente hemos sostenido en la Asociación de Diarios Entrerrianos (ADDE), luego en la Asociación de Empresas Periodísticas Argentinas (ADEPA) y en el presente en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Junto a Luis Félix Etchevehere, mi esposo, transité una historia de creaciones, pasión y trabajo. Diarios y campos. La fuerza de la palabra y la apuesta por la tierra, donde se aprende a sembrar esperanzas mirando al cielo.
En el largo camino fundamos nuevas sociedades familiares y continuamos otras por las que habían luchado ancestros durante cinco generaciones. La muerte intempestiva y siempre injusta y dolorosa se llevó a mi esposo el 6 de septiembre de 2009. Mis hijos y yo decidimos entonces asumir tres compromisos: no olvidar, no separarnos, no romper la unidad familiar. De las empresas que controlábamos, asumí la presidencia. De las que participábamos minoritariamente, integré directorios. Mis hijos respetaron obras materiales que entre mi esposo y yo creamos, pero forjaron también sus propios sueños, marcados de igual modo por el olor a tinta y a la tierra. 
Luego la disidencia, seguramente fundada en errores de los que todos participamos. Cosas de familia. Un dolor que tenemos derecho a preservar en la intimidad de nuestros corazones. Un deseo profundo por resolver diferencias. Pero lo que debía analizarse, descubrirse, mediarse en el grupo familiar, fue malamente mediatizado: ha opinado gente sin rostro y desconocida para nosotros. Se ha pretendido manosear nombres y usar otros; se ha mentido y bajado al nivel de quienes zaherían y zahieren sin que nadie los hubiera llamado a una situación de familia. Ni los llamamos ni nos llamaron. A mí nadie me preguntó por la verdad de nuestra historia, sobre la cual podría haber contestado o no amparada por el derecho constitucional a defender la intimidad de mi familia.
Se nos imputaron hechos y responsabilidades que ni sucedieron ni tenemos por qué asumir. Nos han pegado sin escuchar y sin saber. Como si de la agresión se pudieran forjar seres mejores. A veces molesta la unidad y también la buena sobrevivencia de una familia antigua en este herido país. Y molesta también la voluntad firme con la que persevero por custodiar como madre y abuela a mi familia y a una muy larga historia de trabajo y realizaciones, con las que me siento comprometida y orgullosa.


No somos parte de una epopeya ni emulamos santos ni justificamos errores. Somos una familia mayoritariamente muy unida: Luis Miguel, Sebastián, Juan Diego y yo, con una maravillosa continuidad en los nietos (mis grandes amores), de quienes espero con ilusión respeto por el pasado familiar y vocación de continuar unidos hacia el futuro. Hay una Justicia que sabrá dilucidar razones y sinrazones, y si bien lo opinable es de libre expresión, estoy segura por igual de que sus límites deben estar configurados por la sacralización de la verdad, de la que no podemos evadirnos. Como decía Zahorí, mi tan recordado esposo: "Segundos, afuera".