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La NAción del 06/11/2015
Los pools de siembra: caída, reinvención y con nuevos jugadores
La superficie trabajada por estos grupos cayó más de 50%; las tierras que manejaban pasaron a manos de un amplio abanico de actores
Tres de junio de 2008. Ese día, en un plenario de la FAO en Roma, cuando aun estaba en ebullición la pelea con el campo por la 125, Cristina Kirchner acusó a los pools de siembra de "realizar movimientos especulativos de capital". Unos días antes, el entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, los había responsabilizado de estar "detrás" del conflicto. Siete años después, el 16 de julio pasado, la presidenta culpó otra vez, en Tecnópolis, a estos grupos de "pagarle poco a los pequeños y medianos productores".
Para el kirchnerismo, los pools y grandes de grupos de siembra han sido uno de los tantos "enemigos" que configuró para el relato interno y externo a sus filas. Ese "enemigo" pareció calzarle perfecto en su batalla verbal contra "las grandes corporaciones".
Según Luis González Victoria, de Cazenave & Asociados, los pools más grandes y conocidos que sembraban sobre campos alquilados eran unos 40 en 2008/2009 y trabajaban entre 2 y 2,5 millones de hectáreas. Es una foto pasada. En los últimos años, muchos salieron de la actividad, otros se achicaron y otros tantos reconvirtieron su negocio. En general, respecto 2008/2009 recortaron su superficie en más de un 50% y hoy siembran menos de un millón de hectáreas. Es el 3% del área total en el país.
La fuerte sequía de 2008/2009, el deterioro de su competitividad, con precios a la baja y alquileres altos, el retiro de inversores y la presión impositiva los llevaron a un knock out en cámara lenta.
El caso más emblemático de la salida del negocio fue El Tejar. En la Argentina manejaba hace siete años 250.000 hectáreas, básicamente alquiladas, sobre 620.000 en todo el Mercosur. En 2013, en medio de una crisis financiera aguda y ya bajo el control de los fondos internacionales Áltima y The Capital Group, cerró sus operaciones en el país.
Otro camino siguió, por ejemplo, Los Grobo. Achicó su superficie de 120.000 a 25.000 hectáreas, pero a la vez encaró una reinvención. Así, se metió de lleno en el mercado de insumos con la compra de Agrofina, construyó semilleros en Tandil y Monte para aumentar su participación en soja, trigo y cebada. Además levantó una planta de procesamiento de especialidades en Monte para poder exportar desde maní hasta lentejas, consolidó una red para la venta de semillas y hasta avanzó en la creación de Frontec, una plataforma tecnológica, en asociación con la empresa estatal Invap.
"Aquellas firmas que solo se enfocaron en la producción de granos restringieron sus opciones para tener mejorar resultados. En cambio, las que exploraron el mercado de insumos, trading y acopio, y la integración en cadenas de valor, siguieron con mejores condiciones para crecer", analizó un operador.
En un artículo que escribió para LA NACION en mayo de 2013, Horacio Busanello, CEO de Los Grobo, tuvo una mirada crítica sobre el modelo de negocios basado en tierras alquiladas. "Desde el punto de vista operacional, el modelo es víctima de su propio éxito durante los primeros años de la década pasada al considerar que variables externas tales como precios, clima, tipo de cambio y presión impositiva iban a acompañar favorablemente el crecimiento continuo del área sembrada", escribió.
Para Christian Angió, ex director de operaciones de la firma El Tejar, para estos grupos hoy "la clave" pasa por ser competitivos más allá del tamaño. "Los que eran más grandes estábamos más expuestos no sólo el capital sino que teníamos todo en forma legal; perdimos competitividad frente a grupos medianos y chicos con un porcentaje de informalidad. Además, los costos de los grupos más grandes sufrieron deseconomías de escala y la no diversificación en otras actividades aumentó mucho el riesgo. Otro punto fue que el nivel de apalancamiento siempre fue alto y al aumentar las tasas y bajar los márgenes contribuyó a erosionar más los márgenes y aumentar los riesgos", evaluó el ejecutivo.
Los márgenes desde 2008 de los pools se recortaron más rápido de lo que lo hicieron algunos costos como la tierra. "Solo a partir del año pasado se empezó a hacer un ajuste en el costo del arrendamiento", recordó Angió, que hoy se desempeña como director de la consultora Fertilem.
Desarmados o reducidos al mínimo los pools, la pregunta es qué pasó con las tierras en las zonas donde operaban. Para Gustavo Duarte, asesor en la zona de América, en el oeste bonaerense, entre un 30 y un 35% del área cambió de manos. Esas hectáreas las tomaron agentes locales, se formaron asociaciones con contratistas, convenios entre dueños de la tierra y profesionales e inversores y hasta la cadena de insumos, en algunos casos, se sumó con la inversión en insumos.
Alberto Garré, productor del CREA Roque Pérez-Saladillo, explicó que también aparecieron sociedades de gerentes de agricultura que trabajaban en los grandes grupos. "Los grandes pools fueron reemplazados por pools más chicos de contratistas que antes trabajaban para los pools grandes. Los gerentes de agricultura de los pools grandes se asociaron o ayudaron a los dueños de campo para hacerla por administración", señaló.
En el sur de Santa Fe, según Juan Sebastián Pizzi, asesor, allí siguen habiendo pools, aunque más pequeños. "Lo que bajó fueron las empresas muy grandes y, en ese sentido, aparecieron inversionistas menores. Su perfil se correlaciona con proveedores de insumos, inversionistas extra agro, contratistas y productores medianos. Las fracciones menores las tomaron estos actores, mientras los campos grandes los siguen manejando los que llamo pools de más de 1000 hectáreas", afirmó.
Más contratistas locales y dueños volviendo a sembrar fue el escenario pos pools en Entre Ríos. "Acá habían entrado pools de Buenos Airese y Santa Fe. La mayoría se fue y los pools locales bajaron sus siembras o dejaron de operar", expresó Rolf Muller, asesor. "En general, a las tierras las tomaron contratistas locales que, al ver reducido su trabajo de siembra, se metieron en el negocio para seguir trabajando. Por otra parte, hubo también alguna vuelta de algunos dueños de campo que se largaron a sembrar y técnicos que se quedaron afuera de los pools armaron sistemas de siembra asociativa", añadió.
El modelo de los grandes pools sobre tierras alquiladas quedó averiado. Su lugar lo ocupan nuevos actores dispuestos a tomar la posta del riesgo de sembrar en campos ajenos, pero con más redes de contención local.
Más que la escala, hoy la clave es la combinación de actividades
Para los pools y grandes grupos de siembra, el cambio de escenario en los últimos años los obligó a replantear su estrategia. Si antes la escala, con cientos de miles de hectáreas trabajadas, aparecía como un reaseguro para el crecimiento, hoy el concepto en torno de la escala está bajo un rediseño importante.
"El negocio ha cambiado y seguirá cambiando. Hoy hay que buscar la escala óptima no sólo en esta actividad, sino cuál es la combinación de actividades que, funcionando sinérgicamente, hace un planteo sustentable, alineando expectativas en función de la realidad contextual actual", expresó a LA NACION Christian Angió, director de Fertilem y ex director de operaciones de El Tejar.
Angió remarcó que para el negocio los márgenes dan neutros o negativos pero que, no obstante, "sumar alianzas" entre empresas que puedan complementarse aparece como una oportunidad para poder "crecer con riesgos acotados".
Para Horacio Busanello, CEO de Los Grobo, las alternativas para que una empresa sea flexible son muchas. "Pueden generar servicios de logística, asesoramiento, aplicación de insumos, etcétera, así como agregar valor a los granos transformándolos y avanzando en el proceso productivo minimizando costos de logística, administrando la presión impositiva y accediendo a mercados más transparentes", opinó el ejecutivo.
En varias regiones, sobre todo las "marginales", la salida de los grandes grupos de siembra generó un cimbronazo en el modelo de producción zonal, en materia de precios de los alquileres y en disponibilidad de capital para producir. En otras, como en la zona núcleo, hubo una especie de aterrizaje suave por tratarse de una región siempre demandada en términos de calidad de tierras.
"Productores y contratistas zonales tomaron esa superficie [que trabajaban los pools]. En algunos campos, los dueños debieron ponerse a producir porque no les cerraban los alquileres y arreglos ofrecidos. Además, la superficie marginal pasó a ganadería y la parte agrícola a agricultura con mejores o peores arreglos. Se produce menos y con menor tecnología", señaló Iván Malianni, operador comercial en el sudoeste bonaerense.
Para Malianni, en esa región, en medio de la salida de los pools de siembra los precios de los campos "bajaron un escalón".
Según Guillermo Aiello, de la firma Alberto L. Marchionni SA, en Hughes y unos 150 kilómetros a la redonda, en Santa Fe, "no se notó tanto" la salida de los pools del mercado de arrendamientos. "En nuestra zona, la mayoría de los arrendamientos están dados por vecinos o pequeños y medianos contratistas que aspiran a producir algunas hectáreas adicionales a las propias", precisó.
Juan Sebastián Pizzi, asesor en el sur de Santa Fe, subrayó que allí la situación tampoco cambió demasiado porque la zona núcleo sigue siendo "la más apetecida" para producir.
"La competencia sigue estando y cuesta cerrar campos a precios interesantes. La mayoría ve a la zona núcleo como segura y esto hace que el precio de los campos baje menos proporcionalmente que otras zonas", explicó, y ejemplificó: "Esta campaña, los alquileres de los campos buenos no han bajado más de un 10 por ciento en quintales, si bien en dólares han bajado más por la caída del precio de la soja".
Pizzi contó, no obstante, que la actividad económica en la zona ha bajado claramente "por una realidad del negocio que no da para más con este nivel de presión impositiva".
Para Entre Ríos, la actividad "bajó fuerte", según consignó Rolf Muller, asesor.
"Al no haber capital, el movimiento esta súper reducido", dijo.
En esa provincia, como en otras regiones, para esta campaña van a quedar campos sin sembrar tanto en el norte como en el sur entrerriano.
"Esta proporción va a ser mucho mayor en el norte de la provincia que en el sur, básicamente por productividad y aumento de costos en control de malezas y fletes. En el norte el negocio es inviable pagando arrendamiento con las condiciones actuales de mercado", opinó Muller.
Según el técnico, allí el nivel de cobrabilidad "bajó enormemente" y los insumos "van todo para mayo" y los servicios se pagan "con plazos largos", en algunos casos parte a cosecha. "Los insumos bajaron algo de precio, pero obviamente no lo que bajó el negocio", concluyó el asesor.