viernes, 1 de septiembre de 2017

Huergo sobre Barsky

En Clarín del 01/09/2001


OPINION
La revolución se profundiza

Por HECTOR A. HUERGO. De la Redacción de Clarin Rural.
El campo está sembrando para alcanzar la mayor cosecha de la historia. La Secretaría de Agricultura estimó una recolección de 73,5 millones de toneladas, cinco más que el récord de esta última campaña. Es impresionante, porque esto ocurre en medio de una crisis financiera sin precedentes, que por supuesto afecta también al agro. Falta financiamiento, los bancos están retirados, y los proveedores de insumos recibieron la orden de cortar el chorro tras los incobrables acumulados.

Pero el proceso de fondo es tan fuerte que nadie puede detener lo que hace ya más de cinco años bautizamos, a principios de los 90 y antes del despegue, como la "Segunda Revolución de las Pampas". 

Y esto empieza a reflejarse, felizmente, en una nueva visión sobre el potencial del agro desde distintas vertientes. El pensador liberal francés Guy Sorman, en una nota firmada esta semana en La Nación, retomó el mensaje que había dejado en el congreso de AAPRESID, reivindicando el potencial del sector para sacar al país de la crisis. Más sorprendente fue Osvaldo Barsky, un sociólogo cortado por la tijera de la corriente progresista, al hablar casi con entusiasmo sobre los cambios que están ocurriendo en el campo, en un reportaje de Analía Roffo publicado el domingo pasado en Clarín. 

Y digo sorprendente porque acaba de editar un libro (junto a Jorge Gelman, "Historia del Agro Argentino"), que abarca desde la colonia hasta el 2000. Allí se pasa olímpicamente por alto el cambio en marcha desde los 90 y que, como marca este nuevo récord, se sigue profundizando. El propio Barsky, en algún encuentro casual, me había cuestionado la idea de que asistíamos a esta "Segunda Revolución de las Pampas". Para él no había más que pequeños cambios adicionales a un proceso que se había desencadenado en los 70. El libro confirmaba esa visión, como si no estuviera pasando gran cosa. 

Es cierto que el agro viene empujando desde antes de los 70, a pesar de que los teóricos aseguraban que el campo no respondía a los estímulos de mercado. Y entonces justificaban las transferencias de su renta a otros sectores "más dinámicos" a través de las retenciones y los tipos de cambio diferenciales. Lo que no es lícito es disimular el despegue de los 90, cuando se pasó de 30 a más de 60 millones de toneladas, con mucha más participación de las oleaginosas que son de más valor pero menos rendimiento. Y ahora vamos a producir ¡73 millones!. Si eso no es una revolución...

Los autores dicen en el libro que el aumento de la producción a mediados de los 90 fue consecuencia de la suba de los precios internacionales. Es falso, porque tras el pico de precios del 97 las cotizaciones se desparramaron y la producción siguió subiendo. Lo que provocó el cambio fue la capacidad de generar competitividad a través del cambio tecnológico interno y las mejoras del entorno productivo, con una mejor infraestructura y un avance del sector privado en el comercio y los servicios. Todo en un marco muy conflictivo, con una selección darwiniana tan antipática como inevitable. 

Pero al menos el Barsky del reportaje es otro. En este Barsky versus Barsky, me quedo con el que habla antes que con el que escribe. Si me hubieran hecho a mí la entrevista, creo que mis respuestas serían bastante parecidas (se puede encontrar en clarin.com.ar.). 

Comprender la esencia del fenómeno de las pampas es una de las claves para salir de la crisis. La visión tradicional niega la revolución, aún cuando está subrayada por cientos de evidencias. Para ella, el agro es un sector más al que le pasaron algunas cosas, como que le sacaron las Juntas o le redujeron el presupuesto al INTA. Lo esencial, en este caso, es bien visible a los ojos: el agro, a pesar de las enormes dificultades, sigue siendo una buena noticia. Casi la única. 






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